miércoles, 20 de abril de 2011

2º Parte - Capítulo 4

–IV–

Bajo la protección y juicio del eterno firmamento, los consejeros de la Tierra Mágica se reunían nuevamente. Siete eran los que enfrentaban sus miradas, las cuales cada tanto se desviaban hacia la silla vacía de aquella gran mesa de ocho lados. Allí, postrados en sus sillas forradas en satín, los consejeros tenían que tomar una de las decisiones más difíciles que comprendían el cargo que ocupaban.
Edorias, el consejero con mayor tiempo en el cargo, se puso de pie y, apoyando suavemente las palmas de sus manos sobre la mesa, dijo:
            –La presente reunión  indica el fin de los Siete Días de meditación. Se efectúa sin la presencia de nuestra maestre justamente porque no está en condiciones de presidirla –Edorias hizo una pequeña pausa, bajó la vista y luego de un instante la volvió a alzar–. Todos los aquí presentes estamos al tanto de que nuestra venerable líder padece una terrible enfermedad, que durante estos últimos meses ha avanzado terriblemente, perjudicando su salud a tal punto que nos obliga a estar hoy aquí sin ella –Edorias volvió a cesar, mientras que el resto de los consejeros lo miraban sombríamente, sin interrumpirlo–. Por lo tanto la tarea que hoy nos compete es la elección de uno de nosotros como regente de la señorita Margawse D’eredoth Shonen, hija de Martinique Shelia Shonen y heredera de la maestría de Tierra Mágica. La regencia debe ocupar el lapso de once años; hasta que la señorita Margawse alcance la edad de veinticinco años –Edorias hizo una pausa para tomar aire y continó–. En ese tiempo, quien sea electo regente deberá cumplir las funciones de la maestría de la Tierra Mágica y deberá cuidar y guiar a la señorita Margawse, legitima sucesora del cargo de maestre… –volvió a pausar un instante. Un leve suspiro escapó de sus labios–. Una breve y simple reunión que marcara el curso de la Tierra Mágica por muchos años… A continuación, cedo la palabra al consejero Agharol para comenzar la votación  –terminó diciendo Edorias.
            Agharol asintió con la cabeza y luego de esperar a que su compañero se sentara, se puso en pie y dijo:
            –Creo que ya debéis estar al tanto de las reglas de la votación, pero es mi deber decirlas nuevamente en esta ocasión –se llevó la mano a la boca y, luego de toser levemente, prosiguió–. Cada consejero tiene el poder de votar una única vez a uno de sus compañeros, sin poder votarse a sí mismo ni poder retractarse de su voto. Todos los consejeros son los postulados al cargo; no hace falta postularse antes de la votación, ni tampoco es posible negarse a ser votado. Quien sea electo como regente no podrá negarse a ocupar el cargo, ni cederlo en un futuro; deberá cumplirlo hasta que sea necesario –hizo una breve pausa y continuó–. El orden de votación es de izquierda a derecha, comenzando por el primer consejero que se encuentre a izquierda de la silla de nuestra líder, hoy ausente.  Dicho esto, podéis comenzar a votar.
            Agharol tomó asiento y miró, al igual que los demás, a Golthor; quien por orden debía abrir la votación. Unos segundos de silencio dejaron al descubierto un ambiente sombrío y tristecino, ya que muchos sufrían con gran dolor los graves problemas de salud de su líder; mientras quien no, lo fingía. Sin más opción, Golthor se puso de pie ante todos e inicio la votación.
            –Estimados presentes, sabéis que el propósito de esta reunión me apena mucho, ya que como todos, aprecio a Martinique como persona; pero por sobre todo, como el gran líder que nos ha guiado por el buen camino, recordándonos con vigor los preceptos en los que la Tierra Mágica se ha construido. Por eso, mi voto es para Edorias. A quien considero el indicado para seguir recordándonos tales preceptos, por su trayectoria e idoneidad.
            Golthor tomó asiento y Vladimiro fue quien se puso de pie, para continuar con la votación.
            –A mí también me disgusta esta situación, pero como bien se ha dicho, es nuestro deber. Considerando la delicadeza de las circunstancias en cuanto a la guerra entre Thira y Gore, y sobre todo nuestro papel en ella, mi voto es para Dawrt; quien creo posee las cualidades para actuar con rigor y responsabilidad ante los hechos que hoy vivimos –terminó diciendo el anciano, al tiempo que volvía a ocupar su silla.
            Los rostros de los presentes modificaron levemente sus expresiones, dando señales de apoyo o de rechazo a las palabras de Vladimiro. Entre murmullos casi imperceptibles y miradas instigadoras, Dawrt se pone en pie para dar su voto.
            –Todos estamos dolidos por la salud de nuestra líder, pero creo que no hace falta que cada uno de nosotros lo recuerde; hoy nuestra tarea es clara y no debemos apenarnos por ello. Es parte de nuestra función como consejeros. Volviendo a la votación, yo elijo a Agharol, por razones similares a las que Vladimiro expuso a favor mío. Creo que hacernos cargo  de nuestro papel en la presente guerra es vital, tanto para ayudar a terminarla como para preservar la credibilidad de la Tierra Mágica, al defender nuestra palabra escrita en el tratado de Doria.
            Dawrt tomó asiento y Edorias pasó a tomar la palabra.
            –Reconozco que la situación de guerra es de gran importancia y tiene prioridad para quien asuma hoy como regente; pero también tengo muy presente que hay varias formas de tomar partido. Alzar la espada tal vez no sea la mejor opción. En cuanto a mi voto, este es para nuestro compañero Golthor.
            Mientras Edorias tomaba asiento, Agharol se levantó.
            –Yo personalmente creo que ya se ha esperado lo suficiente sin actuar. La vía diplomática ha fracasado y debemos hacer valer lo firmado en Doria hace dos años, de ello depende gran parte de nuestro futuro. Es por eso que mi voto es a favor de Dawrt –terminó diciendo el anciano.
            A continuación es el consejero Elias quien tomó la palabra.
            –Siento disidir con gran parte de ustedes, pero creo que a lo largo de la historia de Tierra Mágica, ésta jamás uso la fuerza para hacerse valer; siempre hemos ido por la vía de la palabra y la razón. Hoy, hacer lo contrario desvirtuaría nuestras metas, al no reflejarlas en los medios que usamos para alcanzarlas.
            –La tierra Mágica jamás se había visto enredada en tal situación; esta vez no debemos quedarnos sentados –interrumpió Agharol, aludido por las palabras de Elias.
            –Por favor Agharol, no interrumpáis –clamó Edorias, quien recibió como respuesta una recia mirada.
            –Sin más que agregar, mi voto es para Edorias –término por decir Elias.
            Sólo faltaba que el consejero Mortimer dijese su voto.
            –creo que ya se han dado suficientes razones, las cuales respeto por más que sean dispares, pero me siento obligado a definir la votación por la que estamos reunidos. Es por eso que voy a votar a Dawrt –dijo el último de los consejeros.
            Las miradas se volvieron furtivas y los corazones agitaron su pulso en cuanto escucharon tales palabras; el único que gozaba de tranquilidad era el propio Dawrt, quien parecía más que satisfecho con los resultados al dejar ver una sutil sonrisa de regocijo. Inmediatamente Edorias tomó la palabra.
            –El solemne consejo de la Tierra Mágica ha electo para ocupar el cargo de regente a Dawrt de Melernia, quien dejará de ser consejero para ocupar sus nuevas funciones, luego de la ceremonia correspondiente. Si nadie tiene nada que agregar, la reunión ha terminado.
            Esas fueron las últimas palabras que se dijeron en aquel recinto. Todos los consejeros se fueron yendo cabizbajos y murmurando entre ellos sobre la elección. De algo estaban seguros, un gran cambio se avecinaba para la Tierra Mágica.

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